«Lo que propongo es sacar el cine de este laberinto circular superponiéndole un segundo laberinto que sí tiene salida, planteando algo que justo ahora empieza a concretarse como realidad: podríamos convenir en llamarlo cine infinito».

[«I propose to extricate cinema from this circular maze by superrimposing on it a second labyrinth (containing an exit) ––by positing something that has by now begun to come to concrete actuality: we might agree to call it an infinite cinema»]

Hollis Frampton
Eaton, Nueva York, junio 1971

Éstas son obras de hombres subterráneos, de hombres que taladran, que socavan y que roen. Quien tenga los ojos acostumbrados a estas actividades subterráneas podrá ver con qué delicada inflexibilidad van avanzando lentamente los autores, sin que parezca afectarles el inconveniente que supone estar largo tiempo privado de aire y de luz. Hasta se podría pensar que les satisface este oscuro trabajo suyo. Cualquiera diría que les guía una determinada fe, que un cierto consuelo les compensa de su dura labor. Pero ¿no será que quieren rodearse de una densa oscuridad que sea suya y nada más que suya, que tratan de adueñarse de cosas incomprensibles, ocultas y enigmáticas, con la conciencia de que de ello surgirá su mañana, su propia redención, su propia aurora? Por supuesto que volverán a la superficie; no les preguntéis qué es lo que buscan allá abajo; ellos mismos os lo dirán cuando vuelvan a ser hombres como ese Trofonio, ese sujeto de aspecto subterráneo. Y es que quienes, como él, han vivido a solas mucho tiempo llevando una existencia de topo, no pueden permanecer en silencio.

(Nota adaptada a partir del prefacio a la 2ª ed. de Aurora, 1886. Friedrich Nietzsche)