Cineinfinito #54: Philippe Garrel (IV)

CINEINFINITO / CINE ESTUDIO / CGAI
Martes 12 de Junio, 19:00h. Centro Galego de Artes da Imaxe
Rúa Durán Loriga, 10
15003 A Coruña

Programa:

ACTUA 1 (1968) 35mm/16mm, B&W, sonora, 6 min
Les amants réguliers (1995) 35mm, B&W, sonora, 183 min

Formato de Proyección: DCP (copias supervisadas por el autor)

Agradecimiento especial a Philippe Garrel y a Claudine Kaufmann


Philippe Garrel nace en París en 1948, hijo del actor francés Maurice Garrel. Dirige su primera película con solo 15 años, el cortometraje Les enfants désaccordés. En 1969, durante el rodaje de Le Lit de la vierge, conoce a Nico (Christa Päffgen) que será su pareja sentimental durante 10 años y que participará en varias de sus películas. En 1982, Garrel gana el Premio Jean Vigo por su película L’Enfant secret, y al año siguiente gana otro premio en Cannes por Liberté, la nuit. Desde entonces, y a pesar del carácter minoritario y experimental de su obra, la trayectoria de Philippe Garrel ha gozado de un prestigio crítico creciente, tanto en festivales de cine (como los de Cannes o Venecia) como en publicaciones especializadas del estilo de Cahiers du cinema o Senses of cinema. En 2005 consiguió también el premio FIPRESCI de la crítica en los Premios del Cine Europeo, gracias al largometraje Les amants réguliers, una reflexión acerca del impacto de los hechos de Mayo del 68 sobre la juventud francesa de la época. En sus películas, Garrel también hace habitualmente las labores de guionista, productor, montador y, en su primera etapa, director de fotografía. En la actualidad, además, ejerce de profesor en La Fémis, la escuela superior francesa de imagen y sonido.


ACTUA 1 (1968)

El plano inicial de Actua 1 es una vista desde una ventana sobre la manifestación en marcha, en la calle. Solo aparecen dos fragmentos de esta multitud, oculta en gran parte por una masa negra: así la gente aparece representada en dos bandas verticales que cortan el cuadro. Después la cortina se levanta y la masa se vuelve plena, compacta. Siguen eventos fragmentarios, breves y rápidos, a veces casi estroboscópicos. Se lanzan adoquines, la gente se agita, se resiste, se enfrenta. Sobre estas imágenes hay dos voces: un hombre y una mujer complementan sus frases, su discurso. “Si crees que bastan las pancartas, te equivocas. Si crees que bastan las consignas, te equivocas. Si crees, te equivocas.”

Después de un largo y lento travelling lateral sobre un puente de Paris en el que los C.R.S. (miembros de las Compagnies Républicaines de Sécurité, el cuerpo antidisturbios de la policía nacional francesa) aguardan órdenes inmóviles, la película termina con un letrero: “la respiración pasa de ahora en adelante control de censura”.

Se trata de un cortometraje de 6 minutos rodado en el corazón de los acontecimientos de mayo del 68. Está constituido por una mezcla de tomas de 35 mm rodadas por Garrel y sus camaradas de entonces y de registros en 16 mm de los estudiantes-cineastas que participaban en las revueltas. No se haría más que una proyección de la película: en mayo de 1968, durante una reunión de estudiantes en Nanterre. Hasta 2014, Actua 1 se dio por perdida por el mismo Philippe Garrel. El cineasta ha encontrado recientemente los negativos que, restaurados por la Cinémathèque francesa, fueron presentados en el festival de cortometrajes Côté Court el miércoles 11 de junio de 2014 en Pantin.

Philippe Garrel declaró en una entrevista a Cahiers du cinéma en noviembre de 2005, nº605: “En el 68 realicé una película de tres minutos, Actua 1, con Patrick Deval y Serge Bard. Eran noticias en 35 mm, noticias revolucionarias sobre el movimiento del 22 de marzo, y contra-noticias Pathé. La película se basaba en una mezcla de planos que rodamos en 35 mm con una Caméflex y de planos en 16 mm de cineastas aficionados hinchados a 35. Pero he perdido esta película. En Les amants réguliers, he rehecho los mismos planos, como un pintor que rehace el lienzo que le han robado. Por ejemplo, el travelling sobre los coches de C.R.S. estacionados sobre el puente. Me he dado cuenta que era más fácil recordar un plano y rehacer ese plano que recordar un acontecimiento, metamorfoseado por la combinación de la memoria y el sueño. (…) En la época, le mostré la película a Godard. Si viera Les amants réguliers, podría reconocer los planos recuperados.”

Fuente: Arnaud Hallet, revista Zinzolin

[Le premier plan d’Actua 1 est une vue depuis une fenêtre sur la manifestation en marche, sur la rue. N’apparaissent que deux morceaux de cette foule en large partie camouflée par une masse noire : le peuple est ainsi représenté en deux bandes verticales qui viennent trancher le cadre. Puis le rideau se lève et la masse se retrouve pleine, compacte. S’en suivent des morceaux des événements, brefs et vifs, parfois quasi-stroboscopiques. Des pavés sont jetés, on s’agite, on résiste, on s’affronte. Sur ces images, il y a deux voix : un homme et une femme, complétant leurs phrases, leur propos. «Si tu crois que les banderoles suffisent, tu te trompes. Si tu crois que les mots d’ordre suffisent, tu te trompes. Si tu crois, tu te trompes»

Après un long et lent travelling latéral sur un pont de Parisoù des C.R.S. immobiles attendent les ordres, le film se termine par un carton : «La respiration se passe désormais du visa de censure».

Il s’agit d’un court métrage de 6 minutes tourné au cœur des événements de mai 68. Il est constitué d’un mélange de prises de vue en 35 mm tournées par Garrel et ses compagnons d’alors ainsi que de captations en 16 mm des étudiants-cinéastes participants aux révoltes. Il n’y aurait eu qu’une seule projection du film : en mai 1968, lors d’une réunion étudiante à Nanterre. Jusqu’en 2014, Actua 1 était déclaré, par Philippe Garrel lui-même, comme perdu. Le cinéaste a récemment retrouvé les négatifs qui restaurés par la cinémathèque Française ont été présentés au festival de courts métrages, Côté Court, le mercredi 11 juin 2014 à Pantin.

Philippe Garrel déclarait dans un entretien donné aux Cahiers du cinéma en novembre 2005, n°605 : «En 68, j’avais réalisé un film de trois minutes , Actua 1, avec Patrick Deval et Serge Bard. C’était des actualités en 35 mm, des actualités révolutionnaires sur le mouvement du 22 mars, comme des contre-actualités Pathé. Le film reposait sur un mélange de plans qu’on tournait en 35 mm avec un Caméflex et de plans en 16 mm de cinéastes amateurs qu’on gonflait en 35. Mais j’ai perdu ce film. Dans Les amants réguliers, j’ai refait les mêmes plans, comme un peintre qui refait la toile qu’on lui a volée. Par exemple, le travelling sur les cars de C.R.S garés sur le pont. Je me suis aperçu qu’il était plus facile de se souvenir d’un plan et de refaire ce plan que de se souvenir d’un événement, qui subit des métamorphoses par la mémoire et le rêve mélangés. (…) À l’époque, j’avais montré le film à Godard. S’il voyait Les amants réguliers, il pourrait reconnaître les plans retournés.»

Source : Arnaud Hallet, revue Zinzolin.]


Les amants réguliers (1995)

Los sonámbulos

Es una noche de mayo del 68, en París. François Dervieux tiene 20 años y es poeta. Él marcha entre los manifestantes, participa en las barricadas, mira a los CRS fijamente a los ojos. En la cubierta de un edificio en el que ha refugiado, sueña en 1789, en 1848. El 68 acaba de probarle que “De todas formas uno está siempre solo…”. Solo para preguntarse si es preferible el romanticismo a la anarquía, la anarquía a la muerte, y la muerte al realismo.

Philippe Garrel tenía también 20 años en el 68. Él hacía ya cine de poesía, había rodado dos cortometrajes (Les Enfants désaccordés, y Droit de visite), dos largometrajes (Anémone, y Marie pour mémoire) y programas para televisión (sobre el rock, las chicas, el cine de Jean-Luc Godard). Los noticiarios revolucionarios que rodó con otros durante los acontecimientos de mayo se han perdido en el laboratorio. No los veremos más. Jean-Luc Godard se acuerda de planos, “los únicos en los que se veía de frente a los CRS con la oscura austeridad de los 35 mm, cuando todo el mundo se limitaba al 16 desenfocado”. Y Garrel mismo dice haber filmado “alegorías. Personajes delante de las barricadas que posaban como estatuas. (…) Quería intentar probar que París estaba cortada en dos”. Les Amants réguliers es también una película cortada en dos (y escindida en varios poemas: las esperas del fuego, las esperanzas truncadas, los destellos de no-amargura, el sueño de los justos): por una parte, una película-barricada (cuadros de mayo, filmados como el advenimiento de una fiesta hundida en el miedo, ahogada en una niebla de gases lacrimógenos) y en su continuación, una película bloqueada, que sigue el repliegue de los insumisos, de los que no querían más esta vida y elegían vivir libres, en autarquía, en una casa en el bosque al borde del mundo, llena de chicos, chicas y opio. Allí François reencontrará a una chica, Lilie, salvo que sea un ángel. Se amarán (“nuestras manos son iguales”), ella se alejará y él se morirá, en un último sueño desacordado, tratando de permanecer, a través de sustitutos en dosis heroica, en el sueño que le consuele de su dolor. “En este cielo, en el olvido…” Esta era la estrofa de su último poema.

Se puede interpretar Les Amants réguliers como la respuesta de Garrel a la reciente Dreamers de Bertolucci, película sobre el 68 en la que Louis Garrel era ya la figura central. En el 68, Bertolucci rodaba en Roma con Tina Aumont y Pierre Clementi (dos actores próximos a Garrel) Partner, una película que a él ya no le gusta mucho ahora (pero a Garrel sí). En el verano del 68, para huir de aquel París de las esperanzas truncadas, Garrel se fue a la Selva Negra a rodar Le Révélateur, después La Concentration, con Jean-Pierre Léaud y Zouzou, una película profética y esquizofrénica que él dice que no le gusta mucho (pero que a Bertolucci sí). Y fue en el 69, en una casa en Italia en la que se encontraron Frédéric Pardo, Tina Aumont, Daniel Pommereulle (a los que está dedicada Les Amants réguliers), los Zanzibars, cuando Garrel volverá a encontrar a la cantante, musa y modelo Nico, con la que rodará siete películas impregnadas de onirismo. ¿Quién dijo que esta era otra historia?

Se podría decir que Les Amants réguliers, la 27ª película de Philippe Garrel, responde, una vez más en la obra del autor de L’Enfant secret, tanto a un principio de identificación como de composición. Los que conozcan de cerca o de lejos la vida de Garrel creerán reconocer ciertos episodios de su biografía, los demás verán una historia, con sus héroes, su ternura rota. La verdad flota en algún lugar intermedio, ya que toda copia del natural está abocada al fracaso, como enseñaba Fausto. La memoria, aún una vez más, se reescribe en torno a una ficción. Aquellas emociones quizá existieron, la precisión de la película viene también de allí. Aquí se acumulan los indicios de verdad: un cineasta hace actuar a los miembros de su familia, su hijo Louis, su padre Maurice, y las mujeres de su vida, Brigitte Sy, Caroline Deruas-Garrel, Aurelia Alcaïs, y Nico, de la que se puede escuchar Vegas, una pieza que data no obstante, delicioso anacronismo y guiño engañoso, de 1981… Hoy es ya mañana.

Ninguna pista bastará para agotar esta película, quizá la más precisa de su autor desde L’Enfant secret (1979) o J’Entends plus la guitare (1990), que se sostiene en la ingravidez, en el aliento de una juventud recuperada por herencia (regalo del padre al hijo) o más bien por transubstanciación (regalo del hijo al padre). Es sobre todo, y por primera vez desde hace mucho tiempo en la obra de Garrel (digamos desde Le Berceau de cristal, y sus acentos de Factory warholiana) una película de grupo, una película de cómplices, rodeada por los alumnos del Conservatorio que componen su carne y permiten a Garrel acceder a la longitud de onda más amplia: una gran forma.

La duración de Les Amants…, inhabitual para su cine (3 horas), le autoriza a ampliar el campo de su diseño: la pareja (que no deja de ser el motivo esencial de su cine) va desvaneciéndose poco a poco para dejar paso al grupo. 1969 es un círculo de amigos, de amantes, de insumisos, de dandys adictos al opio, de artistas que preservan la electricidad del 68 en una clandestinidad elegante, antiguas siluetas imprecisas de las noches de mayo del 68 aprendiendo de nuevo, pese a la opresión, pese al fracaso, la fatiga y el desconcierto, a volver a la individualidad, en busca de un movimiento del 69…: Les Amants réguliers son unos supersticiosos, que pasan bajo los soportales de los edificios echando el ojo con atención inquieta al número de la puerta: 68, como contraseña. En 1969, los que se repliegan no hablarán más que a través de códigos secretos, de consignas (“reventamos”). Ya sean militantes, drogados o enamorados solitarios. En realidad las tres cosas. Juntos, forman la comunidad de los sonámbulos.

Philippe Azoury (autor de un ensayo sobre Philippe Garrel, que aparecerá en el primer semestre de 2006 en Ediciones de l’Etoile/ Cahiers du cinéma).

[Les Somnambules

C’est une nuit de mai 68, dans Paris. François Dervieux a 20 ans, il est poète. Il marche parmi les manifestants, participe aux barricades, regarde les CRS dans le blanc des yeux. Sur le toit d’un immeuble où il s’est réfugié, il rêve à 1789, à 1848. 68 vient de lui prouver que « De toute façon on est toujours seul… » Seul à se demander si on doit préférer le romantisme à l’anarchie, l’anarchie à la mort, et la mort au réalisme.

Philippe Garrel avait lui aussi 20 ans en 68. Il faisait déjà du cinéma de poésie, avait tourné deux courts métrages (les Enfants désaccordés, et Droit de visite), deux longs métrages (Anémone, et Marie pour mémoire) et des émissions pour la télévision (sur le rock, les filles, le cinéma de Jean-Luc Godard). Les actualités révolutionnaires qu’il tourna avec d’autres pendant les évènements de Mai ont été perdues au laboratoire. On ne les verra plus. Jean-Luc Godard se rappelle de plans, « les seuls où l’on voyait les CRS de face, avec la sombre austérité du 35mm, alors que tout le monde ne faisait que du 16 flou… » Et Garrel lui même dit avoir filmé «des allégories. Des personnages devant des barricades qui posaient comme des statues. (…)Je voulais essayer de prouver que Paris était coupé en deux. » Les Amants réguliers est lui aussi un film coupé en deux (et scindé en plusieurs poèmes : les espérances du feu, les espoirs fusillés, les éclats d’inamertume, le sommeil des justes): avec d’un côté un film barricade (tableaux de mai, filmé comme l’avènement d’une fête apeurée, noyée sous un brouillard de lacrymo) et à sa suite, un film barricadé, suivant le repli des insoumis, de ceux qui ne voulaient plus de cette vie, choisissant de vivre libre, en autarcie, dans une maison dans les bois en bords de monde, pleine de garçons, de filles et d’opium. Là, François va rencontrer une fille, Lilie, à moins que ça ne soit un ange. Ils s’aimeront, (« nos mains, elles sont pareilles ») elle s’éloignera, il en mourra, dans un dernier rêve désaccordé, trouvant dans des substituts à dose héroïque la demeure du sommeil le consolant de sa peine. « Dans ce ciel, dans l’oubli »… C’était là la strophe de son dernier poème.

On peut voir Les Amants réguliers comme la réponse de Garrel au récent Dreamers de Bertolucci, film sur 68 dont Louis Garrel était déjà la figure centrale. En 68, Bertolucci tournait à Rome avec Tina Aumont et Pierre Clementi (deux acteurs chers à Garrel) Partner, un film qu’il n’aime plus beaucoup aujourd’hui (mais que Garrel aime bien). A l’été 68, pour fuir Paris aux espoirs fusillés, Garrel partait dans la forêt noire tourner le Révélateur, puis la Concentration, avec Jean-Pierre Léaud et Zouzou, un film prophétique et schizophrène qu’il dit ne plus aimer beaucoup (mais que Bertolucci aime bien, lui). Et c’est en 69, dans une maison en Italie où se croisent Frédéric Pardo, Tina Aumont, Daniel Pommereulle, (à qui les Amants réguliers sont dédiés), les Zanzibars, que Garrel rencontrera la chanteuse, égérie et mannequin Nico, avec qui il tournera sept films empreints d’onirisme. Qui a dit que c’était une autre histoire ?

Des Amants réguliers, le 27ème film de Philippe Garrel, on dira qu’il répond, une fois de plus chez l’auteur de L’Enfant secret, autant à un principe d’identification que de composition. Ceux qui connaissent de près de loin les moments de la vie de Garrel croiront reconnaître certains épisodes de sa vie d’homme, les autres verront une histoire, avec ses héros, sa douceur cassée. La vérité flottant quelque part entre les deux, toute copie de la nature étant vouée à l’échec, enseignait Faust. La mémoire, cette fois encore, s’est réécrite autour d’une fiction. Ces sentiments-là ont parfois existé, la netteté du film vient aussi de là. Il y a ici accumulation d’indices de vérité : un cinéaste fait jouer ceux de sa famille, son fils Louis, son père Maurice, et les femmes de sa vie, Brigitte Sy, Caroline Deruas-Garrel, Aurelia Alcaïs, et Nico, dont on peut entendre Vegas, un morceau qui pourtant date, délicieux anachronisme et clin d’œil trompeur, de 1981… Aujourd’hui c’est déjà demain.

Aucune piste ne suffira à épuiser ce film, peut-être le plus net de son auteur depuis L’Enfant secret (1979) ou J’Entends plus la guitare (1990), porté par une apesanteur, et par le souffle d’une jeunesse retrouvée par héritage (cadeau du père au fils) ou plutôt par transsubstantiation (cadeau du fils au père). C’est surtout, et pour la première fois depuis longtemps chez Garrel (disons depuis le Berceau de cristal, et ses accents de factory warholienne) un film de groupe, un film de complices, entouré par les élèves du Conservatoire, qui en composent la chair, et permettent à Garrel d’accéder à la longueur d’onde la plus étendue : une grande forme.
La durée des Amants…, inhabituelle pour son cinéma (3h), va l’autoriser à élargir le champ de son dessin : le couple (pourtant le motif essentiel de son cinéma) va, régulièrement, s’évanouir pour laisser la place au groupe. 1969, c’est un cercle d’amis, d’amants, d’insoumis, de dandys opiumés, d’ artistes maintenant l’électricité de 68 dans une clandestinité élégante, ex silhouettes indistinctes des nuits de mai 68 réapprenant, malgré l’ oppression, malgré l’échec, la fatigue et le désarroi, à redevenir des individus, en quête d’un courant 69..: Les Amants réguliers sont des superstitieux, qui passent sous les porches des immeubles en lorgnant avec une attention inquiète sur le numéro de porte : 68, comme mot de passe. En 1969, ceux qui se seront repliés ne parleront plus que par codes secrets, par mot d’ordre (« on éclate »). Qu’ils soient militants, drogués, ou amoureux solitaires. Voire les trois. Ensemble, ils forment la communauté des somnambules.

Philippe Azoury (auteur d’un essai sur Philippe Garrel, à paraître au premier semestre 2006 aux éditions de l’Etoile/ Cahiers du cinéma)]


(Traducción de textos: Javier Oliva)