Una visión perversa de la escena yuppie de Nueva York en la que nueve habitantes de Manhattan en pleno ascenso social reciben una carta en cadena. Dependiendo de su decisión de transmitir la carta o romper la cadena, los distintos personajes encuentran amor, plenitud... y muerte súbita.

A wicked picture of the New York yuppie scene in which nine upwardly mobile Manhattanites all receive a chain letter. Depending on their decision to either pass the letter on or to break the chain, the various characters encounter romance, fulfillment—and sudden death.

Chain Letters es la obra más exuberante y bizantina de Rappaport. Plantea un enigma, pero mientras que la mayoría de los enigmas aspiran a que nos sumerjamos para excavar secretos, Rappaport insiste en que patinemos sobre superficies de hielo opacas y fracturadas. Proliferan los extraños acertijos, simetrías y coincidencias. Los doppelgänger y los dobles especulares acechan en cada esquina. Pero habría que ser un paranoico para tratar de conectar los puntos. ¿O no? ¿Habrá una llave que desvele los enigmas de la vida? ¿O es esta el verdadero enigma? ¿Es posible romper las cadenas de lo codificado? Un personaje de la película cree que toda la vida es una trama orquestada por una vasta burocracia gubernamental, pero Rappaport nos dice que la burocracia de la imaginación deja en ridículo a la del Pentágono. Las tramas están en nuestras mentes: son las que configuran el cementerio lleno de fantasmas de la civilización occidental.

Chain Letters is Rappaport's most deliciously lush and Byzantine work, It poses a mystery, but while most mysteries want us to dive down and excavate secrets, Rappaport insists that we ice skate the fractured, opaque surfaces. Strange puzzles, symmetries, and coincidences abound. Doppelg"ngers and mirror-image anti-types lurk around every corner. But you would have to be paranoid to try to connect the dots. Or would you? Could there be a key that unlocks the mysteries of life? Or is that the real mystery? Can you break the chains of code? One character in the film believes all of life is a plot orchestrated by a vast government bureaucracy, but Rappaport tells us that the bureaucracy of the imagination puts that of the Pentagon to shame. The real plots are in our brains–the plots that form the haunted graveyard of Western civilization.

Ray Carney

Traducción de texto: Javier Oliva