CINEINFINITO / Centro Cultural Doctor Madrazo
Viernes 5 de Agosto de 2022, 18:30h. Centro Cultural Doctor Madrazo
Calle Casimiro Sainz, s/n
39004 Santander
Programa:
– Hell’s Half Acre (1954), 35mm, b&n, sonora, 90 min. [V.O.S.E.]
*Presentación a cargo de José Luis Torrelavega
Formato de proyección: HD (copia restaurada)
John H. Auer (3 de agosto de 1906, Budapest – 15 de marzo de 1975, Hollywood, Los Angeles) nació en Hungría, donde trabajó como actor infantil. Al trasladarse a América en 1928, se convirtió en director y productor de cine, primero en México y a partir de los años 30 en Hollywood.
Auer fue actor infantil en Viena desde la edad de 12 años. Al crecer, adquirió cierta experiencia empresarial en Europa, pero decidió emigrar a los Estados Unidos en 1928. Al principio buscó trabajo como director en Hollywood, pero la suerte no lo favoreció. A continuación hizo algunos intentos de dirigir películas en México, con buenos resultados, tanto desde el punto de vista crítico como de taquilla; con algunas llegó a conseguir premios del gobierno mexicano.
Su éxito en México ayudó a Auer en su vuelta a Hollywood para dirigir películas. Aunque trabajó sobre todo para la Republic Pictures, especializada en westerns y películas de serie B, continuó haciendo películas de tema criminal y musicales. Además de dirigir, también produjo la mayor parte de sus películas.
En 1934 Auer codirigió (junto a Chester Erskine) Frankie and Johnny, en los estudios Mascot. En sus últimos años trabajó principalmente para la Republic. Fue a finales de los 40 y primeros 50, cuando algunas películas de serie B como Angel on the Amazon, Thunderbirds, y Hell’s Half Acre empezaron a ser bien recibidas por los amantes del cine. También hizo una película para la RKO, Gangway for Tomorrow, y para la Universal Johnny Doughboy.
John H. Auer (August 3, 1906 in Budapest, Hungary – March 15, 1975 in North Hollywood, Los Angeles) was a Hungarian-born child actor who, on coming to the Americas in 1928, became a movie director and producer, initially in Mexico but, from the early 1930s, in Hollywood.
Auer was a child actor in Vienna from the age of 12. After he grew up, he had some business experience in Europe, but decided to emigrate to the United States in 1928. He first sought work as a director in Hollywood but luck did not seem to favour him. Next, he tried his hand at directing some Mexican films, which did quite well as they not only brought him critical acclaim but also fared well in box office receipts; some even brought him awards from the Mexican government.
His success in Mexico helped Auer to make a re-entry into Hollywood and direct films. Although he worked mostly for the Republic Pictures who specialized in Westerns and B films, he stuck to crime thrillers and musicals. Besides directing, he also produced most of his directed films.
The year 1934 saw Auer’s Hollywood directorial venture, Frankie and Johnny, filmed at the Mascot Studios. His later years were spent mostly with the Republic Pictures. It was in the late 1940s and early 1950s when some of his B-rated movies such as Angel on the Amazon, Thunderbirds, and Hell’s Half Acre were well accepted by the film lovers. He also did a film with RKO Pictures’s Gangway for Tomorrow and Universal Studios’s Johnny Doughboy.
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[…] Howard Reid le llegó incluso a llamar (en Film Index) el John Farrow de la Republic: «Como Farrow, se interesaba por la escritura de los guiones, le seducían los movimientos de cámara y se apasionaba por la composición de los planos y los problemas de montaje. Pero allí donde Farrow podía ejercer un control dictatorial, especialmente sobre los actores, Auer estaba sometido a las limitaciones impuestas por la pobreza de los presupuestos y la rapidez de los rodajes». Llegado a los Estados Unidos en 1929, donde comenzó su carrera cinematográfica como ayudante antes de dirigir las versiones en lenguas extranjeras para la Universal, el papel que este húngaro desempeña en la Republic es desde luego bastante particular. En primer lugar, por la gran cantidad de películas que realiza y, sobre todo, por sus búsquedas visuales: duración de los planos, frecuente empleo del gran angular, montaje cut travelling sobre travelling. Unos efectos de dirección —no hemos visto las suficientes películas suyas como para hablar de estilo— que se ajustan perfectamente al tipo de relatos que parecen gustar a Yates: esa mezcla de romanticismo barato, extravagantes peripecias y lirismo pulp adaptable al film negro o al melodrama. Películas en que los sentimientos se tratan con la misma falta de realismo con que los trataba el serial, ese serial en el que Republic no tenía rival. De ahí el tono extraño y a veces no carente de encanto de varias de sus películas. Y de ahí también que la carrera de Auer no esté exenta de sorpresas. Máxime cuando la ausencia de estrellas dejaba en libertad a los realizadores para experimentar un estilo fotográfico y cuando ese estudio disponía de notables —aunque muy subestimados— especialistas en efectos y trucajes: Howard y Theodore Lydecker, cuyo trabajo en maquetas y transparencias resulta a menudo pasmoso, habida cuenta de la pobreza de medios.
– Bertrand Tavernier y Jean-Pierre Coursodon
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[…] Por las condiciones de rodaje y los argumentos que daba por buenos o acataba como mejor podía, es probable que no haya muchas grandes películas en su filmografía pero, por la porción vista de su obra, sí abundantes ráfagas, trozos, mitades y hasta films enteros magníficos y desde luego tan vivos como extraños, como esos animales perdidos en confines alejados de la mano de Dios.
El estigma del cine negro -como género-, aunque pueda ser un componente parece que básico en su cine y más concretamente un cine simplemente turbio, oscuro, nada fiable, queda permanentemente en el cine de John H. Auer “discutido”, escenificadas las más de las veces en pugnas de rectas conductas contra el envilecimiento, sin fáciles claudicaciones.
Hasta cuando está presente simbólicamente en aventuras exóticas como la que cuenta “Angel on the Amazon” de 1948 o la muy delirante “The crime of Dr. Crespi” del 35, con un autoparódico Stroheim, rodada en cinco días y en tres decorados, está presente ese leitmotiv por entonces ya tan poco de moda.
Con apenas un tercio de su obra disponible y sin salirse de los sistemas de producción de la Republic, brilla con fuerza su ideal y su planificación sobre todo en “Gangway for tomorrow” (43) o la segunda (hay otra anterior de 1936, sin relación, pero llamada exactamente igual; hasta en eso es especial) “A man betrayed” -a las que uno imagina sin grandes esfuerzos al lado de muchos Tourneur o Siodmak de esos años-, en los insólitos dramas “Hell’s half acre”, “I, Jane Doe” o “Johnny Trouble”, en la peripecia bélica de retaguardia “The eternal sea” (de 1955, una buena piedra de toque para iniciarse en su cine, algo más holgada de presupuesto e ignoto y tardío reflejo americano del espíritu del cine inglés en tiempos de guerra y hasta antepasado lejano en varios y curiosos aspectos de “The wings of eagles”; lamentablemente también una de las menos difundidas) o la citada y más ambiciosa aún -con elementos de cine fantástico, langianos, cukorianos y casi buñuelianos- “City that never sleeps”.
Todas ellas, como las más imaginativas de entre las paupérrimas filmadas por Edward Ludwig, Ted Tetzlaff, Lewis R. Foster o Edgar G. Ulmer, parecen ahora más generosas […] de lo que con toda seguridad se consideraron en su día.
Ese citado componente que coquetea constantemente con el thriller y que aparece alevosamente cuando ni se espera en forma de iluminación contrastada, otras como un secundario fuera de tono, tal vez una elipsis demasiado brutal o un retroceso temporal en la trama originado por amnesias y lagunas mentales varias, emparenta su cine, más con el de ningún otro realizador, con el de un cineasta relacionado siempre con la bonhomía y la noble lucha por la justicia, Frank Capra.
[…]
Tan intensa y variada como la galería de personajes que la pueblan, “City that never sleeps” se contempla ahora como una gema en bruto, sucia, con ganga, claros puntos de fuga, saltos y batacazos, quizá ganas de abarcar demasiado terreno o hacerlo en demasiado poco tiempo, pero también de un brillo cegador, ideas a borbotones, punch, movimiento constante, belleza arrancada ansiosamente a cada encuadre, a cada diálogo… todo eso enganches de la cinefilia.”
– Jesús Cortés, extracto de Espacios reducidos, 2012 [link]
Hell’s Half Acre (1954)
Una mujer cree que su marido desaparecido puede estar en una cárcel de Hawai acusado de asesinato, y viaja hasta allí para comprobar si se trata de él. Sin embargo, él escapa antes de que ella pueda verle, al enterarse de que su novia actual ha sido asesinada. La esposa recorre el área de suburbios de Honolulu conocida como Hell’s Half Acre buscando al asesino de la novia de él, mientras los mafiosos de su banda los buscan a ambos.
A woman who believes her missing husband is in prison in Hawaii on a murder charge travels there to see if it actually is him. However, he escapes before she sees him, when he hears that his current girlfriend has been murdered. The wife searches the slum area of Honolulu known as Hell’s Half Acre for him, he searches for his girlfriend’s killer, and his gangland associates are looking for the two of them.
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Hell’s Half Acre, un thriller de la Republic que tiene lugar en Honolulu, se estrenó ayer en el Palace y no está nada mal. De hecho, tiene momentos en que es verdaderamente emocionante.
Algunos de estos momentos tienen que ver con los intentos de Evelyn Keyes de comprobar si Wendell Corey, al que creía muerto en el ataque de Pearl Harbor, es su marido. Lo es pero, como desertó, es buscado por asesinato y lleva la carga de un pasado muy sombrío, él se resiste a recoger los cabos sueltos.
Da igual en cualquier caso porque al final de la película muere. Sin embargo, y al contrario que en la mayor parte de las películas de este género, no tiene tiempo de recuperarse para un beso de despedida que proporcione paz y alegría. En el tiroteo, cae y muere de inmediato, sin aspavientos. Muere sin más.
Entre el principio y el desenlace, un espectador no muy exigente encontrará suficientes secuencias de mérito como para mantener el interés. Y la historia de destino, fatalidad y muerte en un callejón no es completamente inverosímil. Miss Keyes, una inocente atrapada en una tela enmarañada, es una atractiva joven que realmente se gana la “A” de actriz. Ella brilla en contraste con los habitantes de «Hell’s Half Acre», una zona poco recomendable de Honolulu.
John Auer, el director, consigue que su cámara encuentre el máximo valor pictórico en lo que parece un entorno verdaderamente sórdido, obteniendo una atmósfera que crea un cierto elemento de suspense. Su método de dirección, que se apoya en el económico guion de Steve Fisher, se caracteriza por el laconismo, sin florituras innecesarias.
Con la interpretación de Miss Keyes, secundada por robustos acompañantes como Mr. Corey, Philip Ahn y Elsa Lanchester, Hell’s Half Acre es un ejemplo de buena película «B».
“Hell’s Half Acre,” a Republic murder thriller set in Honolulu, which opened yesterday at the Palace, isn’t halfway bad at all. In fact, there are moments when it’s downright exciting.
Some of these moments have to do with Evelyn Keyes’ attempts to ascertain if Wendell Corey, supposedly lost in the Pearl Harbor attack, is her husband. He is, but being a deserter, wanted for murder and burdened with a very shady past, he is reluctant to pick up old threads.
It doesn’t make much difference anyway, since he is shot at the end of the film. However, unlike most other films of this genre, he doesn’t recover in time for the fadeout kiss of twittering bliss and tranquility. At the shot he falls down and is dead. No fuss, no bother. Just dead.
Betwixt the start and the finish, an undemanding spectator will find enough sequences of merit to hold his interest. And the story of destined doom and back-alley murder is not entirely implausible. Miss Keyes, an innocent caught in the tangled web, is a luscious young thing who certainly earns her “A” in acting. She shines nicely in contrast to the denizens of “Hell’s Half Acre,” ostensibly a very unsocial area of Honolulu.
John Auer, the director, makes his camera capture the most in picture value of what appears to be some very dingy neighborhoods with a resultant atmosphere that creates a certain element of suspense. His method of direction, aided and abetted by Steve Fisher’s economical script, is one of sensible brevity without unnecessary frills.
With Miss Keyes’ acting, stoutly supported by stalwarts like Mr. Corey, Philip Ahn and Elsa Lanchester, “Hell’s Half Acre” is a worthy example of a good “B” picture.
Traducción del texto: Javier Oliva