Cineinfinito #137: Marlene Dietrich

CINEINFINITO / CINE CLUB SANTANDER (#305)
Martes 1 de Diciembre de  2020, 17:00h. Cine Los Ángeles
Calle Ruamayor, 6, 39008
Santander

Programa:

– Estrellas de ayer (Teo Hernández, 1969), 8mm, color, sonora, 7 min.
Morocco (Josef von Sternberg, 1930), 35mm, b&w, sonora, 92 min.

*Presentación a cargo de José Luis Torrelavega

Formato de proyección: 35mm y DCP

Agradecimiento especial a Light ConeCentre PompidouAyuntamiento de Santander y Cine Club Santander.


Marie Magdalene Dietrich (Berlín, 27 de diciembre de 1901 – París, 6 de mayo de 1992), mejor conocida como Marlene Dietrich, fue una actriz y cantante alemana que también adoptó la nacionalidad estadounidense. Es considerada como uno de los más eminentes mitos del séptimo Arte, y también como la novena mejor estrella femenina de todos los tiempos según el American Film Institute.

Nació en Alemania, en el barrio de Rote Insel de la localidad de Schöneberg, que en 1920 fue anexionada a Berlín. Su familia era de clase media acomodada. Sus padres fueron Louis Erich Otto Dietrich (1867-1908), teniente de policía, y Wilhelmine Elisabeth Josephine Felsing (1876-1945), quien pertenecía a una saga de joyeros y relojeros. Tuvo una hermana mayor llamada Elisabeth (1900-1973), de quien se distanció en la madurez al saber que había tenido cierto trato con militares y funcionarios del régimen nazi.

Las dos hermanas tuvieron una educación al modo prusiano, esmerada y estricta, que incluía aprender francés. Muerto el padre en 1907, la madre contrajo segundas nupcias nueve años después con un amigo de su difunto marido, Eduard von Losch, un aristócrata y militar; pero éste falleció poco después por heridas sufridas durante la I Guerra Mundial.

La joven Marie Magdalene manifestó interés por la fama y el espectáculo desde la niñez. Con apenas 11 años ya se hacía llamar “Marlene” (fusión de sus dos nombres) y en su adolescencia se interesó por la poesía y el teatro. Aprendió a tocar el violín, pero no pudo dedicarse a ello de manera profesional por una lesión de muñeca. Trabajó en una orquesta que animaba las proyecciones de películas mudas; brevemente, pues fue despedida a las pocas semanas.

Su debut en los escenarios fue como corista en un cabaret en gira por Alemania, y en espectáculos de revista en Berlín. Intentó entrar en la escuela de interpretación de Max Reinhardt en 1922, pero en una audición fue rechazada. A pesar de ello, obtuvo empleos como corista y pequeños papeles en locales que Reinhardt gestionaba.

El Berlín licencioso y efervescente anterior a Hitler, cuajado de locales nocturnos y famoso en Europa por su libertad sexual y el auge del travestismo, marcó el carácter de la joven Marlene y ayuda a explicar su futura androginia en el vestir y una vida íntima desinhibida tanto con hombres como con mujeres.

Dietrich hizo su debut oficial en el cine en 1923, con una fugaz aparición en El pequeño Napoleón, aunque los historiadores insisten en que ella había aparecido como extra en varias películas alemanas desde 1919. Igualmente en 1923 participó en el filme Tragödie der Liebe (Tragedia de amor), en cuyo rodaje conoció a Rudolf Sieber, quien era ayudante del director; se casaron por lo civil en Berlín en mayo de ese mismo año, pero convivieron poco. Cada uno llevó su vida íntima por separado, aunque nunca se divorciaron y mantuvieron cierta amistad. En diciembre de 1924 la pareja tuvo una hija, Maria Elisabeth (ahora más conocida por su nombre de casada, Maria Riva), quien sería la única descendiente de la actriz y fiel acompañante en su madurez.

A lo largo de la década de 1920 Marlene siguió trabajando en escenarios y platós de Berlín y Viena. En teatro tuvo papeles de variable importancia en montajes de Shakespeare y George Bernard Shaw, así como en revistas y musicales, una etapa en la que se familiarizó con la música popular americana. En el cine, obtuvo roles en al menos tres filmes entre 1927 y 1929.

Marlene Dietrich alcanzó el estrellato al coprotagonizar junto al entonces célebre Emil Jannings la primera película europea sonora, El ángel azul (1930), bajo la dirección de Josef von Sternberg.2​ Su atrevido papel como la cabaretera Lola-Lola que lleva a la perdición a un respetable profesor causó sensación internacional; en especial porque cantaba letras insinuantes exhibiendo sus muslos en una época en la que el cine comercial era muy pacato y los filmes más o menos eróticos circulaban sólo de manera clandestina. En 1933 El ángel azul sería prohibido en Alemania por el régimen nazi.

Se dice que Josef von Sternberg construyó en torno a Marlene Dietrich el mito de la diva, ya que le rindió devoción al rodar siete filmes con ella; pero en sus memorias narra con claridad todas las dificultades que tuvo para hacer de ella una gran estrella.

Gracias a Sternberg, quien ya era conocido en la «meca del cine», Marlene Dietrich viajó a Hollywood para el estreno estadounidense de El ángel azul y para firmar un contrato en exclusiva con la Paramount, como respuesta al ascenso de Greta Garbo, que estaba en nómina de la MGM. Su primer filme en Estados Unidos fue Marruecos (1930), bajo dirección de Sternberg y junto a Gary Cooper, entonces el principal galán de la productora. Esta película causó revuelo por la escena en la que Marlene, actuando vestida de frac, besa en la boca a una espectadora. Por este papel ella recibió su única nominación al premio Oscar. Marruecos fue alabada por el cineasta ruso Sergei Eisenstein, según cuenta Sternberg.

La contribución más recordada de Marlene Dietrich a la historia del cine es como estrella en varios filmes dirigidos por Sternberg a comienzos de los años 1930, tales como Capricho imperial y El Expreso de Shangai. Fueron proyectos pensados para su lucimiento, con una estilización visual y argumental que recuerda a los cómics y fotonovelas, en los cuales interpretó papeles de mujer fatal. En su séptima película con Sternberg, Devil is a woman (El Diablo era mujer), basada en un relato de Pierre Louÿs (La mujer y el pelele), Dietrich encarnó a una devorahombres española, con múltiples tópicos que motivaron las protestas del gobierno conservador de la II República española. La película fue prohibida en España y su productora accedió a retirarla del mercado, aunque fue un trabajo que contribuyó a la fama de la actriz. Se cuenta que Marlene conservó durante décadas una copia de esta cinta, lo cual evitó su desaparición.

Los filmes de Josef von Sternberg fueron determinantes para acuñar la leyenda de Marlene Dietrich; se rodaron en blanco y negro con una cuidada elección de vestidos, peinados, luces y encuadres, con lo cual redoblaban la fotogenia de la joven diva y disimulaban sus defectos. No importaba que los argumentos resultasen poco realistas y que la actriz limitase su gama expresiva a un rol de vampiresa que terminó siendo repetitivo. Así quedó definida la imagen pública de una estrella de gran magnetismo, si bien un tanto excéntrica para el gusto americano por su androginia y sus papeles de ambigua moral.

Marlene Dietrich fue poseedora del título de «las piernas perfectas» (se dice que fueron aseguradas por un millón de dólares). Fue la única estrella que, al menos en apariencia física, era capaz de hacer sombra a la misteriosa Greta Garbo. En sus años de apogeo se quiso ver una rivalidad entre ellas, y se contaba que rehusaban coincidir en filmes y actos públicos, pero la realidad (según varios biógrafos) es que se conocían desde sus inicios en Europa.

* * *

Josef von Sternberg (nacido como Jonas Sternberg, Viena, Imperio austrohúngaro; 29 de mayo de 1894-Hollywood, California, Estados Unidos; 22 de diciembre de 1969) fue un director estadounidense de origen austriaco. Fue además el descubridor, para el cine, de Marlene Dietrich, en la primera película sonora europea, El ángel azul, de 1930.

Pasó parte de su infancia entre su ciudad natal y Nueva York. Nacido de una familia austriaca y también judía, entró a los seis años en una escuela vienesa en la que era obligatoria la enseñanza de la religión: allí aprendió a leer y escribir en hebreo, pese a que no entendía nada de esa lengua.

Su padre, desheredado por casarse en contra de la familia, tuvo que emigrar en 1897, en solitario, debido a la pobreza en la que vivían los suyos, su mujer y tres hijos. Sternberg, el mayor de los hermanos, entró en un mundo de adultos pronto, y cuando tenía siete años todos fueron ya a los Estados Unidos. De inmediato, se puso a aprender inglés y la historia de América. Además, empezó a estudiar en una escuela pública neoyorkina en 1901, donde estuvo tres años.

Retornó a Viena en 1908, a los diez años, donde recuperó su lengua originaria y su ciudad natal, pero como a menudo vivía de la beneficencia volvió a emigrar a los catorce años. Solo regresó muchos años después, cuando la ciudad, tras la catástrofe nazi, trataba de olvidar «las bombas, las violaciones, el vandalismo y los bárbaros que la invadieron».

Inició la secundaria en la Long Island School de Nueva York, que siguió hasta 1909. Pero la situación familiar (eran cinco hermanos ya) no mejoró nada en la gran ciudad estadounidense, lo que obligó al pequeño Josef a abandonar los estudios y trabajar en algunos comercios de Manhattan: modistos, tiendas varias, almacenes de ropa y de complementos; estos conocimientos los usaría luego en sus filmes.

Las cosas cambiaron radicalmente para Josef cuando inició su carrera en Prospect Park (Brooklyn), limpiando y reparando rollos de películas. En 1911 era aprendiz de mantenimiento en sala de cine y auxiliar de proyección. Su habilidad e inteligencia, rápidamente reconocidas, le abrieron las puertas de la industria cinematográfica de modo que no le costó entrar como editor en la década de 1920.

Se formó por su cuenta, leyendo y viendo arte, sobre todo renacentista; era un lector cultivado y amante de las artes. Admiró a Erich von Stroheim y lo estudió. Fue amigo de Eisenstein en Europa y se carteó luego con él desde América (Eisenstein elogió su Marruecos); fue entusiasta de Max Reinhardt, al que conoció, hasta el punto de reconocer su influjo en la puesta en escena.​ Pero Sternberg sobre todo destaca como maestro suyo a Émile Chautard, quien le fue enseñando pacientemente todos los detalles de su futuro oficio; Chautard actuó luego para él en Marruecos y El expreso de Shangai.

Sternberg empezó a rodar en 1925. En 1928 inició su colaboración fructífera con el actor alemán Emil Jannings, con el que trabajó, no sin continuas desavenencias con el divo. Pronto, en 1930, sucedió además el encuentro decisivo, en Alemania, con la actriz que lanzó, Marlene Dietrich; no era desconocida, pues había estado en la escuela de interpretación de Max Reinhardt en 1921, y había aparecido ya como extra en un filme alemán de 1919, y se dice que en otros.

Sternberg rodó películas de éxito; pero desde 1935 se inició su declive; no rodó ya mucho más. Eso sí fue publicando desde 1952 su excelente autobiografía, que remató en los sesenta: Fun in a Chinesse Laundry. El extraño título corresponde al de una película que Thomas L. Edison hizo a principios de siglo XX.

Josef von Sternberg falleció en Los Ángeles el 23 de diciembre de 1969, pasando a la historia no solo por la magia especial de su obra, sino también por haber sido el descubridor de Marlene Dietrich. Sus restos se encuentran en el Cementerio Westwood Village Memorial Park de Los Ángeles, California. Sternberg tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood situada en el 6401 de Hollywood Bouleva


Teo Hernández nació el 23 de diciembre de 1939 en Ciudad Hidalgo (México). Después de estudiar arquitectura, fundó con un amigo el C.E.C. (Centro Experimental de Cinematografía) en la Ciudad de México. En 1960 el Instituto Francés de América Latina nanció el primer proyecto del grupo, un documental que quedó sin terminar.

Se trasladó a París en 1966. Entre 1968 y 1975 hizo películas en Super 8 en Londres, París, Marruecos y Dinamarca. Luego, acompañado por Michel Nedjar, con quien lmó Michel là-bas en Marruecos, viajó durante seis años por India, Nepal, Grecia… De vuelta en París, dirigió Salomé (1976), que está relacionado con el espíritu de Oscar Wilde. En 1977 realizó Cristo, que formará parte de una trilogía sobre la pasión con Cristaux y Lacrima Cristi. En 1980 fundó con sus amigos (Nedjar, Jakobois y Badaud) el grupo de Arte MétroBarbèsRochechou. “Hasta su muerte en 1992, Teo continuó llevando a cabo una obra inextricablemente vinculada a su vida. Su vida y su obra fueron registradas minuciosamente en su diario, así como en los archivos preparatorios de sus películas. Esta escritura está llena de poemas y prosas poéticas donde nos habla de su experiencia y de lo que el cine signi ca para él”. Xochitl Camblor-Macherel


Estrellas de ayer (1969)

Un breve homenaje a quienes han vivido un momento de la historia del cine, las estrellas de ayer: Greta Garbo, Marlene Dietrich, Dolores del Río, Joan Crawford, Lupe Velez, Sylvia Sydney, Louise Rainer, etc.
Filmado: el verano de 1969 en Tánger, con la colección de fotos de películas de Emilio Sanz de Soto.
Música: Marlene Dietrich: ‘Lili Marlène’ + ‘Frag’ nicht warum Ich gehe’.

A brief tribute to those who have lived a moment of cinema’s history, the stars from yesterday: Greta Garbo, Marlène Dietrich, Dolores Del Rio, Joan Crawford, Lupe Velez, Sylvia Sydney, Louise Rainer, etc.
Shooting: summer 1969 in Tangeri, with the films’ photos’ collection of Emilio Sanz de Soto.
Music: Marlene Dietrich: ‘Lili Marlène’ + ‘Frag’ nicht warum Ich gehe’.


Morocco (1930)

Segunda de las siete películas de Marlene dirigidas por Sternberg, pero la que los americanos vieron en primer lugar, antes de El ángel azul. Es la obra maestra absoluta del autor, y casi podría hacer olvidar que Sternberg ha estado siempre un poco sobrevalorado si se considera el conjunto de su obra y el lugar que se le ha concedido -con mucha generosidad- en las historias del cine. El punto fuerte de la película es su laconismo extremo, aristocrático y fascinante. No es que el ritmo del relato sea especialmente vivo, o el guion pobre en peripecias, sino que el autor no habla más que de lo que le interesa de manera más profunda y más esencial de sí mismo. Nada podría desviarlo de su propósito, que versa sobre esa atracción fulgurante que impulsa a un ser hacia otro. Amor loco, pasión, erotismo, qué más da cómo lo llamemos, pero Sternberg, cuando lo entrevistaban, detestaba que se empleara la palabra erotismo en relación con sus películas. Esta relación de amor, de pasión o de erotismo constituye el destino de los personajes y por nada del mundo querrían escapar a él. Aman sus cadenas tanto como su amor mismo. El laconismo de la película hace que Sternberg, barroco por naturaleza y gusto, se convierta aquí en el más estricto de los clásicos. Morocco representa por otra parte la quintaesencia del cine hollywoodiense de antes de la guerra. Las estrellas, es decir, los dioses, consienten en interpretar durante una hora los tormentos y emociones de los mortales. Lo hacen con una elegancia y una despreocupación desengañada, pero también con una intensidad que da la impresión al público -a los mortales- de que es su verdadera vida la que se representa en la pantalla, pero enriquecida con un esplendor, una riqueza de ecos, que la hacen propiamente legendaria y mitológica. Hollywood en esta época rechaza el realismo (como trivial), el color local (como aún más trivial) y prefiere instalar sus historias en el dominio del sueño y en una suerte de realidad transcendente más verdadera que la verdad misma. Así Sternberg se negó obstinadamente a ir a rodar a Marruecos. Notemos en fin que estamos en 1930, que los personajes de las películas hablan desde hace poco tiempo y que, en Morocco, gracias a los diálogos soberbios de Jules Furthman, no dicen más que las cosas más simples y esenciales. Uno de los momentos más bellos del cine es la corta declaración que Adolphe Menjou dirige a los invitados a su comida de anuncio de compromiso cuando Dietrich (su prometida) lo deja para ir a buscar a Cooper y él decide acompañarla en esa busca: “You see, I love her. I’ll do anything to make her happy” (Ya veis, la amo. Haría cualquier cosa para hacerla feliz). – Jacques Lourcelles, Dictionnaire du cinéma. Éditions Robert Laffont, 1992

 

 


Traducción de textos: Javier Oliva