Cineinfinito #260: Horror Mex (II)

CINEINFINITO / Centro Cultural Doctor Madrazo
Viernes 18 de Noviembre de 2022, 19:00h. Centro Cultural Doctor Madrazo
Calle Casimiro Sainz, s/n
39004 Santander

Programa:

El fantasma del convento (1934), 35mm, b&n, sonora, 85 min

Formato de proyección: HD (copias restauradas)

Agradecimiento especial a Filmoteca UNAM


Fernando de Fuentes Carrau (Veracruz, 13 de diciembre de 1894 – México, D. F., 4 de julio de 1958) fue un guionista, productor y director de cine mexicano en la Época de Oro del cine mexicano. Fue director de dos películas clásicas del cine mexicano El compadre Mendoza (1933) y ¡Vámonos con Pancho Villa! (1935); de Fuentes inició su carrera como segundo ayudante de dirección en Santa (1931), la primera película sonora producida en México. Su capacidad técnica lo promovió a dirigir El anónimo (1932).

De Fuentes es considerado un pionero en películas mexicanas y un director verdaderamente talentoso, que combina excelentes habilidades técnicas con un extraordinario sentido. «Inventó» el género cinematográfico de la comedia ranchera mexicana, con Allá en el Rancho Grande (1936), la primera película mexicana con gran éxito en los mercados extranjeros. Descubrió a Gabriel Figueroa y fue pionero en géneros como el horror, melodrama e histórico.


El fantasma del convento (1934)

El fantasma del convento fue coescrito y producido por Jorge Pezet y dirigido por Fernando de Fuentes. El desarrollo y la producción de la película comenzaron en 1933. Tras el éxito de La Llorona, que se basó en el espíritu legendario del mismo nombre y escrita por el director Fuentes, los realizadores rápidamente decidieron seguir con el éxito de las películas de terror. La idea para la película fue del productor Jorge Pezet. Pezet había desarrollado recientemente una fascinación por las momias disecadas que se exhiben en el Museo del Carmen de México. Decidido a usarlas para una película, Pezet, junto con el director Fuentes y Juan Bustillo Oro, desarrollaron un guion que mostraba a tres jóvenes adultos que se ven obligados a pasar la noche en un monasterio solo para descubrir que sus anfitriones eran miembros de los muertos vivientes. La filmación tuvo lugar en un monasterio de Tepotzotlán.

En el año 2019 fue presentado en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FCIM) una versión restaurada del largometraje. Esta edición fue realizada por el Archivo Permanencia Voluntaria de Tepoztlán a cargo de su fundadora Vivian García y Hugo Villa, director de la filmotéca de la Universidad Autónoma de México (UNAM).

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El fantasma del convento nos narra la historia de tres amigos: Alfonso, Eduardo y su esposa Cristina, que se pierden en un paseo por el campo. Al caer la noche se encuentran con un extraño personaje que dice provenir del monasterio del Silencio. Siguiendo el consejo de aquel extraño deciden ir al monasterio donde son recibidos por un monje que instala a cada uno en una celda; al poco tiempo de estar ahí, Cristina trata de seducir a Alfonso haciendo referencia a la siguiente historia: Fray Rodrigo, quien sedujera a la mujer de su mejor amigo y recurriera a las artes demoníacas, muere en el convento sin confesión. Los monjes de aquel entonces decidieron enterrarle, sin embargo, siempre regresaba a su “celda maldita”.

Alfonso al fin decide ceder ante el coqueteo de Cristina cuando encuentra en su camino la celda de Fray Rodrigo. Dentro de la celda Alfonso se descubre que la historia del viejo prior es verdad y la momia de Fray Rodrigo señala con la mano un libro satánico.

En la lectura del libro, Alfonso descubre que en una de las páginas la palabra “morirá”, está escrita con sangre. Despavorido y sin darse cuenta de que es el cuerpo de su amigo Eduardo el que yace en lugar del cadáver momificado del fraile, ambos dentro de la “celda maldita” y encerrados. Alfonso encuentra con sus amigos quienes lo buscaban, y se da cuenta de que todo sólo fue una pesadilla. Por la mañana el cuidador del convento les comenta que desde hace tiempo el lugar está deshabitado.

El fantasma del convento filmada a partir del 9 de abril con la participación de los estudios México-Films se convirtió en el séptimo largometraje de Fernando de Fuentes; su primera producción data de 1932 y para 1933 produjo cinco filmes de entre los cuales destacan la primera parte de su trilogía de la revolución El compadre Mendoza. Con una duración de 85 minutos de manera cronológica, sería la segunda película concerniente al cine de horror nacional, su estreno fue el 27 de junio de 1934 en el cine Balmori.

Desde el comienzo del filme, de Fuentes, a partir de una toma del exterior del convento, logra darle al espectador la ubicación de el lugar donde la historia será contada, después se puede leer en letras de color blanco el título de la película, mientras una persona vestida de negro camina hacia el interior del convento, sin embargo, lo que vemos son fragmentos de escenas que se verán más adelante en la película. Se trata de la secuencia de créditos en donde de Fuentes nos muestra al reparto y a sus personajes.

(…)

El ambiente sombrío del monasterio enmarca un cuadro perfecto para que lo sobrenatural abunde, el lugar en el que los personajes se encuentran, funge como un elemento de lo horrorífico porque ya no sólo son los monjes aquellos que pueden atentar con el orden social, sino que es el mismo lugar que posee esta connotación al contener en sus adentros una celda maldita. En este caso, la figura del monje es emblemática: por una parte se puede hablar de un religioso amable y caritativo, pero al ingresar nuestros personajes el monje es estricto y rigorista. Cuando los tres personajes son introducidos al recinto son advertidos de esto, pero toda prohibición es tentadora.

El personaje de Cristina es el instrumento utilizado por el mal para repetir la historia de fray Rodrigo, sin embargo, gracias a una revelación satánica, el personaje de Alfonso impide que el mal venza. Un elemento como el de la mujer como portadora de mal es un elemento que también se puede ver en La Llorona de Peón, la mujer como un símbolo satánico será explotado años adelante por el cine. Existen diversos elementos que nos indican que el filme de de Fuentes pertenece al género del horror, como la aparición misteriosa de la sombra de un murciélago que fue puesto ahí para asustar no sólo a los personajes sino a los espectadores.

Otros elementos como: el hecho de que aparezca una tormenta sin motivo aparente que obliga a los habitantes del convento y protagonistas a tomar precauciones, los misteriosos aullidos, la sombra de un monje flagelante, la comida se torna en cenizas, la mano cadavérica que se aparece debajo de la manga de un monje y los ataúdes desocupados que sugieren que pronto serán ocupados por nuestros infortunados personajes sólo indican una cosa: horror.

(…)

La puesta en escena siempre nos inunda con el miedo de los personajes y por otra parte la figura arquetípica se encuentra en cada habitante del convento, sin embargo, esto es descubierto por el espectador al final del film. El factor terrorífico predomina de manera más evidente en este film si lo comparamos con La Llorona, pese a que un fantasma aparece antes los ojos del espectador en la producción de Peón, de Fuentes lo hace de forma subjetiva al jugar con lo que ocurre en el convento y con la forma en que los personajes al final se percatan de que todo el tiempo estuvieron conviviendo con fantasmas, esto sólo denota de mayor forma que esta película es concierne al cine de horror.

El fantasma del convento de Fernando de Fuentes pese a tener una estructura lineal, muestra una historia en donde las figuras arquetípicas están presentes sin que el espectador lo note, por otra parte, al poseer una revelación satánica no vista en el cine de horror norteamericano, El fantasma del convento es en realidad una de las películas más importantes para el cine de horror nacional. Gracias a la versatilidad de planos y movimientos de cámara. La coherencia en la historia lleva al espectador a un mundo donde lo sobrenatural respira al igual que los seres humanos. 1934, en la historia del cine de horror norteamericano se presentó como un año vacío para el género, porque no se produjo ninguna película. Sin embargo, el film de Fernando de Fuentes El fantasma del convento, presenta algo nunca antes visto si se compara con cualquier otro film del género, es decir, una relevación satánica que detiene el adulterio. Cuando todos los filmes de The Universal, RKO y MGM presentaron a sus figuras arquetípicas que aterraban a los espectadores, estos personajes nunca se encargaron de personificar al ente que representa a toda maldad en si mismo: el Diablo. Aunque la intensión de de Fuentes no es ésta, el director simbolizó al Diablo, sin embargo, consigue con una muestra de esta satánica entidad el bien prevalece. Es de notar que el personaje, al ver esto sufra, de pánico y decida cambiar su comportamiento, pero es una característica que de 1932 a 1941 el cine de horror norteamericano nunca presentó en comparación con el cine nacional.

Víctor Israel Torres Segura
“Inicios del cine de horror en México” 1933-1940