Cineinfinito #431: Teo Hernández · IV

CINEINFINITO / Centro Cultural Doctor Madrazo
Jueves 22 de Febrero de 2024, 18:30h. Centro Cultural Doctor Madrazo
Calle Casimiro Sainz, s/n
39004 Santander

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Programa:

Cristaux (1978), Super 8mm, color, sonora, 70 min

Formato de proyección: HD

*Proyecto realizado gracias al apoyo del Centro Cultural Doctor Madrazo


Teo Hernández nació el 23 de diciembre de 1939 en Ciudad Hidalgo (México). Después de estudiar arquitectura, fundó con un amigo el C.E.C. (Centro Experimental de Cinematografía) en la Ciudad de México. En 1960 el Instituto Francés de América Latina financió el primer proyecto del grupo, un documental que quedó sin terminar.

Se trasladó a París en 1966. Entre 1968 y 1975 hizo películas en Super 8 en Londres, París, Marruecos y Dinamarca. Luego, acompañado por Michel Nedjar, con quien ilmó «Michel là-bas» en Marruecos, viajó durante seis años por India, Nepal, Grecia... De vuelta en París, dirigió Salomé (1976), que está relacionado con el espíritu de Oscar Wilde. En 1977 realizó Cristo, que formará parte de una tetralogía sobre la pasión con Cristaux, Lacrima Christi y Graal. En 1980 fundó con sus amigos (Nedjar, Jakobois y Badaud) el grupo de Arte MétroBarbèsRochechou. “Hasta su muerte en 1992, Teo continuó llevando a cabo una obra inextricablemente vinculada a su vida. Su vida y su obra fueron registradas minuciosamente en su diario, así como en los archivos preparatorios de sus películas. Esta escritura está llena de poemas y prosas poéticas donde nos habla de su experiencia y de lo que el cine signi ca para él”. –Xochitl Camblor-Macherel

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El cine de Téo Hernandez es eminentemente gestual; la cámara, al modo de un Jonas Mekas, prolonga el cuerpo del artista que coreografía el espacio y las personas filmadas en un ritual hedonista. El conjunto de su obra responde a un imaginario barroco, en el que aparecen de forma recurrente los motivos del deseo, de los cuerpos, del cuerpo y las materias que produce (la sangre, la saliva, el esperma…), y también los cimientos culturales del artista: el ser mexicano como esfera de mestizaje, los mitos e iconos del catolicismo en lo que tienen de más ostentoso.

En 1995, Michael Nedjar donó al Museo Nacional de Arte Moderno (Centro Georges Pompidou) el conjunto de la obra fílmica de Téo Hernandez. En los últimos años se ha llevado a cabo un importante trabajo de restauración, con el apoyo de la sociedad Kodak-Pathé, para salvaguardar y permitir la difusión de las obras mayores de Téo Hernandez: Cristo, Cristaux, Lacrima Christi, Graal, Grappes d'yeux, etc.

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Teo Hernandez era mexicano, pero después de estudiar arquitectura y, tras asistir al Instituto Francés de América Latina en México, donde tuvo su formación como cinéfilo y cineasta, optó por  establecerse en París en 1966. Aquí descansa desde el 4 de septiembre de 1992: en este cementerio de Père Lachaise donde rodó varias de sus películas, muy cerca de la tumba de Sarah Bernhardt. Deja el recuerdo de un amigo, cuyo laconismo e ironía no impidieron ni la generosidad ni la atención a los demás, y de un artista lleno de talento, exigente y soberbio. Su obra, interrumpida demasiado pronto, es ya considerable: más de un centenar de películas, casi todas en súper 8. Desde el principio, llevan la huella de sus gustos y fascinaciones (la literatura, los viajes, el cuerpo masculino, el barroco cristiano, Greta Garbo, Marlene Dietrich y otras estrellas de ayer, por usar uno de sus títulos). Su primera obra maestra fue Salomé, de 1976, una obra ceremonial, hierática y lenta, característica de su primer estilo. Luego, en varias obras (Le corps de la passion, 1977-1979, o Maya, 1979), elabora una estética de exuberancia y montaje rápido en cámara, una manera también de utilizar y trascender los aspectos más humildes de la vida cotidiana. Esta atención amistosa hacia el mundo se encuentra en su serie de retratos de ciudades (Marsella, Florencia, Barcelona o París) o de amigos (en particular, los artistas cinematográficos Gaël Badaud, Michel Nedjar y Jakobois, que fundaron con él el grupo MétroBarbèsRochechou Art a principios de los años 80). A veces tan breves como haikus, estos retratos son cada vez más ultrarrápidos (hasta el punto de formar remolinos abstractos de color, como en Nuestra Señora de Paris). Hacia el final, llega a la solución original de la cámara rápida-lenta (Le Déjeuner, 1988) y, junto a Bernard Montet (filmado en Pas de ciel) y Catherine Diverrès, orienta su cámara hacia la danza.

“La apariencia”, escribió en 1981, “es la palpitación del mundo, el latido del corazón y del ala que anuncia la llegada de la forma: barco de nieve o de espuma, carne de fuego y lluvia de oro.” A la espera de la publicación de las obras inéditas de las que procede esta frase, debemos esperar que esta obra de fuego y oro pronto tendrá el lugar que merece: en primera fila, ahí donde están Gómez de la Serna o Cocteau, Utrillo o Pollock, Ophuls o Man Ray. – Dominique Noguez

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Deseo

El ojo del cineasta envuelve la Tierra, la captura íntegra con su mirada. Penetra por todas partes, lo ve todo, incluso lo indecible: la creación misma del movimiento del placer. En mis películas se ve nacer el Deseo, y se lo ve transformarse en Placer. Un oleaje continuo que parece contener el movimiento del mundo.

México

De hecho el trabajo de un artista es una mirada hacia atrás. Es un retorno a los orígenes, de sí mismo, del mundo. Cuanto más se avanza en el trabajo artístico, más se mira hacia el pasado. Un pasado que sobrepasa el marco personal y alcanza una dimensión histórica: se trata del Pasado del Mundo. El objetivo del artista, su reflejo supremo, es alcanzar el estadio de la Creación, de la Creación del Mundo. Ser testigo y sumergirse en ella.

Muerte

La muerte es un pasillo que se hace cada vez más estrecho, que nos impide utilizar nuestras defensas, nuestros reflejos. Es también una bola que estalla en el interior de nosotros mismos y paraliza todos nuestros gestos de amparo.

A propósito del pasillo, he pensado que el film es un pasillo, y el cine también: uno que conduce a cada cineasta a su propia muerte. Es decir que el film es de hecho la puesta en escena de nuestra propia muerte. La que está por venir.

Pasión

Aquí (Le Corps de la passion) la pasión está considerada como una manifestación personal en que el individuo expresa la intensión de su aprehensión del mundo. La pasión es un ritmo en el que quien lo modula trata de fusionarse con el contexto que lo rodea. La pasión es el último paso del individuo en la búsqueda de identidad, el momento supremo en que la identidad global se define, antes de penetrar en el vacío de la Muerte.

Visión

De hecho la realidad es cuestión de gesto y de visión. Solo funciona en tanto que cuerpo que se ofrece a la visión y a la función. Nuestra propia capacidad de visión nos permite transforman la imagen d lea realidad y su función. Hagamos un gesto con nuestra visión, y el mundo de las formas sufre una transformación. La cámara actúa a la manera de un prisma que desarticula o reproduce la realidad. Pero es nuestro gesto el que decide esta transformación. Se trata de una elección fundamental. En el momento de hacer girar el prisma, abrazamos una visión del mundo. He aquí la manera de revestir, de amueblar el vacío: hacer aparecer la imagen de la realidad y reflejarla tal cual, siguiendo las normas de la visión; lo que es de hecho, una manera de desafiar a la propia realidad. Caemos desde los primeros pasos en el vacío. Hundirse en los ritmos y líneas que se entrecruzan; hacer estallar las apariencias.

TEO HERNANDEZ: Trois gouttes de mezcal dans une coupe de champagne. Ed. Centre Pompidou, 1999

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Cristaux (1978)

«Las obras que componen la tetralogía están dominadas por el concepto y la presencia de la muerte, la caducidad y el vértigo fetal. En este sentido, CRISTAUX se asemeja a un verdadero descenso a un laberinto interior, que no se sabe bien si es orgánico o cultural. Al mismo tiempo, la película contiene una cesura dialéctica que abre otros rumbos de significado en la obra de Hernández. Bajo la influencia de Michel Nedjar, el cineasta abandonó su método tradicional de montaje a partir de rushes. La operación ahora se realiza en la propia cámara, durante el rodaje. Esta forma de trabajo más flexible (“la cámara debe convertirse en un segundo ojo”) ya se refleja en la clara obertura de Lacrima Christi: el mito cristiano parece en proceso de ser exorcizado. La ebriedad panteísta –próxima a la evocada por Nietzsche– se apodera de lugares, objetos y participantes.» Raphaël Bassan.

«Les pièces de la tétralogie sont dominées par le concept et la présence de la mort, de la forclusion, du vertige foetal. A ce titre, CRISTAUX s'apparente à une véritable descente dans un labyrinthe intérieur, dont on ne sait trop s'il est organique ou culturel. En même temps, le film contient une césure dialectique amorçant d'autres directions sémantiques dans l'oeuvre d'Hernandez. Sous l'influence de Michel Nedjar, le cinéaste abandonne sa méthode traditionnelle de montage conçue à partir de rushes. L'opération s'accomplit, désormais, à l'intérieur même de la caméra, au filmage. Cette manière plus souple de procéder («l'appareil de prise de vues doit devenir un second oeil») transparaît déjà dans les ouvertures claires de Lacrima Christi: le mythe chrétien semble en voie d'exorcisation. L'ivresse panthéïste - proche de celle évoquée par Nietzsche - s'empare des lieux, des objets et des participants.» Raphaël Bassan.

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Traducción de texto: Javier Oliva